lunes, 21 de noviembre de 2011

LA TENSIÓN ENTRE EL YA Y EL TODAVÍA NO

Doctrina reformada.

Lo que caracteriza específicamente a la escatología del Nuevo Testamento es una tensión subyacente entre el "ya" y el "todavía no". El creyente, según lo enseña el Nuevo Testamento, está ya en la era escatológica anticipada por los profetas en el Antiguo Testamento, pero no ha llegado todavía a su estado final. Ya experimenta la presencia del Espíritu Santo, pero todavía espera su cuerpo de resurrección. Está viviendo en los últimos días, pero el último día no ha llegado todavía.


La verdad es que es imposible entender la escatología del Nuevo Testamento fuera de esta tensión. La tensión entre el "ya" y el "todavía no" está implícita en las enseñanzas de Jesús porque Jesús enseñó que el reino de Dios es a la vez presente y futuro, y que la vida eterna es a la vez una posesión presente y una
esperanza futura. Lo que es más, esta tensión  permea las enseñanzas del apóstol Pablo.

Para Pablo la vida de Jesús se revela en el tiempo presente en nuestra carne mortal (2 Co. 4:10, 11), pero la presencia de esta nueva vida es provisional e imperfecta,  de modo tal que uno puede  hablar a la vez de su carácter revelado y  de su carácter oculto (Col.  3:3; Ro. 8:19, 23). Por tanto, Pablo a veces habla de la  presencia presente del  Espíritu en su lenguaje alegre y triunfante (Ro. 8:9; 2 Co. 3:18), mientras que en otras ocasiones habla acerca del creyente en un lenguaje que lo  presenta gimiendo interiormente y anhelando cosas mejores (Ro. 8:23; 2 Co. 5:2).1 Esta tensión es mencionada también en las epístolas  no-paulinas. El escritor  de Hebreos contrasta la primera venida de Cristo con la segunda: "Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado para salvar a los que le esperan" (9:28).
Pedro vincula la resurrección de Cristo con nuestra esperanza futura: "Nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible,  reservada en los cielos para vosotros" (1 P. 1:3-4). Y Juan destaca el contraste entre lo que somos ahora y lo que seremos: "Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es" (1 Jn. 3:2).

Al contrario de lo que algunos opinan, esta tensión entre el "ya" y el "todavía no" se encuentra también en  el libro del Apocalipsis. Si bien haremos más adelante un análisis más  completo de este libro podemos  notar en este momento que ni un concepto exclusivamente preterista ni un concepto exclusivamente futurista hacen plena justicia a este libro.

Tomado del libro La Biblia y el futuro, Anthony A. Hoekema

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